martes, 6 de abril de 2010

RELACIONES INTERPERSONALES


UNAS PALABRAS DE PRESENTACIÓN

Comenzamos esta sección haciendo nuestras las palabras de Marroquín y Villa (1995: 21) sobre la importancia de la comunicación interpersonal:


Comenzamos esta sección haciendo nuestras las palabras de Marroquín y Villa (1995: 21) sobre la importancia de la comunicación interpersonal:

“La comunicación interpersonal es no solamente una de las dimensiones de la vida humana, sino la dimensión a través de la cual nos realizamos como seres humanos (...) Si una persona no mantiene relaciones interpersonales amenazará su calidad de vida”.

Según los citados autores, los principios de la comunicación interpersonal son los siguientes:

“Las personas se comunican porque esa comunicación es totalmente necesaria para su bienestar psicológico.

La comunicación no es sólo una necesidad humana sino el medio de satisfacer otras muchas.

La capacidad de comunicación interpersonal no debe medirse exclusivamente por el grado en que la conducta comunitaria ayuda a satisfacer las propias necesidades, sino también por el grado en que facilite a los otros la satisfacción de las suyas”.

Las relaciones interpersonales constituyen, pues, un aspecto básico en nuestras vidas, funcionando no sólo como un medio para alcanzar determinados objetivos sino como un fin en sí mismo (Monjas, 1999). Por tanto, la primera conclusión a la que podemos llegar es que la promoción de las relaciones interpersonales no es una tarea optativa o que pueda dejarse al azar.

Desde el campo psicoeducativo estamos viviendo un interés creciente por la llamada educación emocional. Autores como Gardner (1995) a través de las Inteligencias Múltiples y Goleman (1996) con su concepto de Inteligencia Emocional, han inclinado sensiblemente la balanza ante los aspectos emocionales del individuo. La extensa obra de estos y otros autores (Pelechano, 1984; Mayer, Caruso y Salovey, 1999) afirman con rotundidad que el éxito personal ya no depende tanto de nivel de inteligencia lógico-matemática como de las habilidades que el individuo tenga para manejar contextos interpersonales.

Si esto es así, la consecuencia es clara: hemos de educar a las futuras generaciones en habilidades como la empatía, la resolución de conflictos interpersonales, el manejo de sus sentimientos y emociones, el control de la ansiedad, la toma de perspectiva y estrategias comunicativas, ya que les estaremos preparando para el éxito, entendido éste como un elemento que contribuye a una mayor calidad de vida.

Según Bisquerra (1999) la educación emocional tiene como objetivo último potenciar el bienestar social y personal, a través de un proceso educativo continuo y permanente que aúne el crecimiento emocional y el cognitivo, porque ambos son necesarios para el desarrollo de la personalidad integral.

De acuerdo con este autor, la educación emocional facilita actitudes positivas ante la vida, permite el desarrollo de habilidades sociales, estimula la empatía, favorece actitudes y valores para afrontar conflictos, fracasos y frustraciones y, en definitiva, ayuda a saber estar, colaborar y generar climas de bienestar social.

Obviamente, todo lo anteriormente expuesto en términos generales para cualquier individuo, es igualmente válido para una persona con síndrome de Down. Los niños, adolescentes y jóvenes adultos con síndrome de Down se están incorporando paulatinamente a la sociedad con un papel activo: se incorporan a la escuela ordinaria, acceden al trabajo normalizado, frecuentan los espacios de ocio y deportivos del barrio, son consumidores de servicios de salud, cuidado personal y estética, participan en grupos parroquiales, etc. En definitiva, están normalizando su vida en los diferentes ámbitos o esferas que esta vida presenta.

Esta realidad es tremendamente enriquecedora para las nuevas generaciones de jóvenes con síndrome de Down ya que les procura multitud de estímulos, nuevos modelos a imitar, mayores refuerzos... Pero esta misma realidad, a su vez, es muy exigente ya que le plantea al joven mayores retos: la necesidad de discriminar lo relevante de lo superficial, de reaccionar ante situaciones novedosas, de saber cuidar de sí mismo al disponer de mayores cotas de libertad y autonomía, etc.

Comunicar sus necesidades con precisión, solicitar ayuda, manejar la ansiedad, tomar un papel activo, controlar su lenguaje, acomodar la forma de relación, aceptar la opinión del otro o saber convivir con compañeros de acuerdo con unas normas, se convierten para estos jóvenes en habilidades de supervivencia.

Los jóvenes con síndrome de Down quieren salir a divertirse, tener novio/a, vivir de manera independiente, tener un trabajo; quieren, en definitiva, hacer sus propios proyectos de vida. Estos deseos planteados hace años eran eso, deseos. Actualmente, cada vez más jóvenes, afortunadamente, pueden ir haciendo realidad estos sueños. Ahora bien, esta autonomía personal debe acompañarse de la misma dosis de responsabilidad y compromiso (Troncoso, 2000).

Autonomía y responsabilidad son las dos caras de la moneda en las que debe apuntalar el joven su proyecto de vida, su proceso de crecimiento personal. Crecimiento que, necesariamente, debe partir de una serie de presupuestos básicos:

Debe basarse en un conocimiento profundo y una aceptación incondicional de sí mismo, todo ello dentro de un marco interpersonal, un “encontrarse a sí mismo” para proyectarse hacia los demás, enriqueciéndose en ese camino de “ida y vuelta”.

* Debe abarcar todas las dimensiones de la persona, esto es, relaciones familiares, aspectos laborales, ocio, aspiraciones personales, amistades y relaciones de pareja, y fomentar su capacidad de autodeterminación en estos ámbitos o esferas vitales.
* Implica necesariamente que los demás les percibamos en su rol de adulto, y les reconozcamos no sólo su capacidad sino su derecho a crecer en el sentido más profundo e íntimo de la palabra.
* Debe extenderse hasta la última etapa de la vida, la vejez, momento en el que la dimensión interpersonal cobra especial significado.

Con cierta frecuencia nos encontramos con niños, adolescentes y adultos que precisamente tienen dificultades en esta dimensión interpersonal: graves problemas de comunicación, dificultades para establecer relaciones afectivas, trastornos de conducta, etc.

En estos casos, el familiar, cuidador o profesor deberá encontrar la “onda” en la que el chico se comunica (gestos, sonidos, movimientos oculares, etc.), dándose una verdadera sintonía interpersonal en la cual la palabra es sustituida por la mirada, la caricia y el gesto. Más aun, será precisamente en estos casos de dificultad de comunicación en los que deberemos habilitar otras fórmulas o vías creativas para que el chico pueda expresar su mundo interior y así evitar un aislamiento y ruptura con el otro mundo, el exterior.

Por todo ello, consideramos fundamental, tanto en aquellos jóvenes con altos grados de capacidad y autonomía, como en aquellos con más limitaciones, potenciar su dimensión interpersonal o, en otros términos más actuales, su inteligencia emocional.

Ante lo expuesto, a los profesionales y familiares nos compete reflexionar, actuar en consecuencia e intentar dotarles de los mejores recursos posibles para que esta aventura de formar parte activa de la sociedad, con sus pros y contras, tenga éxito y sea gratificante.

Si iniciábamos esta introducción de la mano del Profesor Marroquín, queremos finalizar con un mensaje de A. Fierro (1999:96) que encierra el propósito último del devenir humano, del crecimiento personal y de la posibilidad de autodesarrollo:

“También ellos han de confeccionar el cesto con los mimbres de los que disponen. Y, con la ayuda de otros, disponer de recursos para, al final de la vida, aunque no escriban sus memorias, poder decirse a sí mismos en voz baja: creo que he vivido”.

El desarrollo de toda esta sección tendrá los siguientes apartados:

I. IMPORTANCIA DE LAS RELACIONES INTERPERSONALES.
Preguntas y respuestas clave que, tanto padres como educadores, se plantean en torno al tema de las relaciones interpersonales.

II. RELACIONES INTERPERSONALES Y CALIDAD DE VIDA
Hace referencia a la importancia de las relaciones interpersonales a la luz del actual paradigma de calidad de vida como principio rector de cualquier intervención, desarrollo de programas y establecimiento de apoyos.

III. QUÉ NOS CUENTAN LAS PERSONAS CON SÍNDROME DE DOWN
Refleja cómo las propias personas con discapacidad intelectual viven, entienden y experimentan sus relaciones interpersonales.

IV. SECCIÓN PARA PROFESIONALES
Aborda el área desde planteamientos más técnicos: definiciones, precisiones terminológicas, relación con otros conceptos, taxonomías, etc.

V. PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN
La sección recoge programas publicados, de interés para profesionales, estudiantes y padres que quieran profundizar en el área.

VI. BIBLIOGRAFÍA GENERAL

Diana Cabezas Gómez. Doctora en Psicología, Psicóloga Clínica, Directora de la etapa Adulta, Fundación Síndrome de Down de Madrid
Para Canal Down21, febrero 2009

IMPORTANCIA DE LAS RELACIONES INTERPERSONALES

Preguntas y respuestas



Las relaciones interpersonales juegan un papel fundamental en el desarrollo integral de la persona. A través de ellas, el individuo obtiene importantes refuerzos sociales del entorno más inmediato que favorecen su adaptación al mismo. En contrapartida, la carencia de estas habilidades puede provocar rechazo, aislamiento y, en definitiva, limitar la calidad de vida.

Esta sección va dirigida tanto a padres como a educadores en general. En ella se puede encontrar información sencilla en torno a dieciséis preguntas básicas que, de manera espontánea, pueden asaltarle a un padre o una madre preocupado/a por las relaciones sociales de su hijo/a, a un profesor que pretende mejorar el clima social de su aula o a un monitor de un club de ocio que quiere favorecer las relaciones entre los participantes del mismo.

1. ¿Qué son las habilidades sociales o habilidades de relación interpersonal?

Las habilidades sociales son las conductas o destrezas sociales específicas requeridas para ejecutar competentemente una tarea de índole interpersonal. Se tratan de un conjunto de comportamientos aprendidos que se ponen en juego en la interacción con otras personas (Monjas, 1999).

De acuerdo con Prieto, Illán y Arnáiz (1995), centrándose en el contexto educativo, las destrezas sociales incluyen conductas relacionadas con los siguientes aspectos, todos ellos fundamentales para el desarrollo interpersonal del individuo:

* las conductas interpersonales (aceptación de la autoridad, destrezas conversacionales, conductas cooperativas, etc.)
* las conductas relacionadas con el propio individuo (expresión de sentimientos, actitudes positivas hacia uno mismo, conducta ética, etc.)
* conductas relacionadas con la tarea (trabajo independiente, seguir instrucciones, completar tareas, etc.)
* la aceptación de los compañeros

2. ¿Por qué son tan importantes?, ¿por qué actualmente todo el mundo les otorga tanta importancia?

Las habilidades sociales o de relación interpersonal están presentes en todos los ámbitos de nuestra vida. Son conductas concretas, de complejidad variable, que nos permiten sentirnos competentes en diferentes situaciones y escenarios así como obtener una gratificación social. Hacer nuevos amigos y mantener nuestras amistades a largo plazo, expresar a otros nuestras necesidades, compartir nuestras experiencias y empatizar con las vivencias de los demás, defender nuestros intereses, etc. son sólo ejemplos de la importancia de estas habilidades. Por el contrario, sentirse incompetente socialmente nos puede conducir a una situación de aislamiento social y sufrimiento psicológico difícil de manejar.

Todas las personas necesitamos crecer en un entorno socialmente estimulante pues el crecimiento personal, en todos los ámbitos, necesita de la posibilidad de compartir, de ser y estar con los demás (familia, amigos, compañeros de clase, colegas de trabajo, etc.). Baste recordar los esfuerzos que, tanto desde el ámbito educativo como desde el entorno laboral, se realizan para favorecer un clima de relación óptimo que permita a cada persona beneficiarse del contacto con los demás, favoreciendo así un mejor rendimiento académico o profesional.

3. ¿Cuántas habilidades sociales hay?, ¿son todas igual de necesarias?, ¿cuáles son básicas e imprescindibles?

Existen numerosas habilidades sociales, algunas de ellas muy básicas y que son aprendidas a edades muy tempranas (fórmulas de cortesía como saludar, dar las gracias o pedir las cosas por favor), hasta otras habilidades mucho más complejas exigidas en el complejo mundo de los adultos (saber decir que no, negociar, ponerse en el lugar del otro, formular una queja sin molestar, etc.).

Prieto y cols. ofrecen una relación de las habilidades que debe poseer el niño con necesidades educativas especiales y poner en práctica en el aula. Dichas habilidades le reportan refuerzo social y favorecen una relación gratificante con los demás compañeros.

* Destrezas de supervivencia en el aula: pedir ayuda, prestar atención, dar las gracias, seguir instrucciones, realizar las tareas, participar en las discusiones, ofrecer ayuda, hacer preguntas, no distraerse, hacer correcciones, decidir hacer algo, marcarse un objetivo.
* Destrezas para hacer amistades: presentarse, empezar y finalizar una conversación, participar en juegos, pedir favores, ofrecer ayuda a un compañero, hacer cumplidos, sugerir actividades, compartir, disculparse.
* Destrezas para abordar los sentimientos: conocer los sentimientos y expresarlos, reconocer los sentimientos de los demás y mostrar comprensión ante ellos, mostrar interés por los demás, expresar afecto, controlar el miedo, otorgarse recompensas.
* Destrezas sobre distintas alternativas a la agresividad: utilizar el autocontrol, pedir permiso, saber cómo responder cuando le molestan a uno, evitar los problemas, alejarse de las peleas, resolución de problemas, saber abordar una acusación, negociación.
* Destrezas para controlar el estrés: controlar el aburrimiento, descubrir las causas de un problema, quejarse, responder a una queja, abordar las pérdidas, mostrar camaradería, saber abordar el que le excluyan a uno, controlar los sentimientos de vergüenza, reaccionar ante el fracaso, aceptar las negativas, decir “no”, relajarse, responder a la presión de grupo, controlar el deseo de tener algo que no te pertenece, tomar una decisión, ser honesto.

Asimismo, existe una clasificación, ya clásica pero aun vigente, de las posibles habilidades sociales, elaborada por Goldstein y sus colaboradores (1980), que se recogen en el Programa de Aprendizaje Estructurado de habilidades sociales para adolescentes, y que resulta sumamente útil para revisar qué habilidades son manejadas adecuadamente por un joven o adulto y cuáles de ellas requerirán de un entrenamiento específico. Se tratan de las siguientes habilidades:

1. Iniciación de habilidades sociales:

Atender
Comenzar una conversación
Mantener una conversación
Preguntar una cuestión
Dar las gracias
Presentarse a sí mismo
Presentar a otras personas
Saludar

2. Habilidades sociales avanzadas

Pedir ayuda
Estar en compañía
Dar instrucciones
Seguir instrucciones
Discutir
Convencer a los demás

3. Habilidades para manejar sentimientos

Conocer los sentimientos propios
Expresar los sentimientos propios
Comprender los sentimientos de los demás
Afrontar la cólera de alguien
Expresar afecto
Manejar el miedo
Recompensarse por lo realizado

4. Habilidades alternativas a la agresión

Pedir permiso
Ayudar a los otros
NegociarUtilizar el control personal
Defender los derechos propios
Responder a la amenaza
Evitar pelearse con los demásImpedir el ataque físico

5. Habilidades para el manejo de estrés

Exponer una queja
Responder ante una queja
Deportividad tras el juego
Manejo de situaciones embarazosas
Ayudar a un amigo
Responder a la persuasión
Responder al fracaso
Manejo de mensajes contradictoriosManejo de una acusación
Prepararse para una conversación difícil
Manejar la presión de grupo

6. Habilidades de planificación

Decidir sobre hacer algo
Decir qué causó un problema
Establecer una meta
Decidir sobre las habilidades propias
Recoger información
Ordenar los problemas en función de su importancia
Tomar una decisión
Concentrarse en la tarea

Lógicamente, tratar de entrenar todas ellas al mismo tiempo resultaría una tarea improductiva. Así pues, de acuerdo con la edad, las características de la persona, sus aprendizajes previos, etc. será oportuno comenzar asegurando un buen aprendizaje de las habilidades más básicas (fórmulas de cortesía, pedir ayuda, adecuado contacto ocular, iniciar y mantener una conversación sencilla, preguntar por un familiar, etc.) hasta otras habilidades más complejas (ser asertivo, ser discreto, solucionar una disputa con un amigo, etc.).

4. ¿Qué dificultades pueden tener las personas con síndrome de Down en el área de las habilidades sociales?

Lógicamente, hay que tener en cuenta que, como el resto del mundo, nos encontraremos con personas con síndrome de Down más abiertas, extrovertidas, con facilidad para entablar relaciones en entornos nuevos, y otras que, por contra, se mostrarán más cautas, más reservadas e introvertidas ante situaciones sociales. Es importante conocer a la persona en particular y respetar su personalidad y su manera de ser en sociedad. No todos somos iguales en nuestros ámbitos sociales.

Ahora bien, las personas con síndrome de Down, al igual que el resto de las personas, pueden manifestar en algún momento de su vida, dificultades en el ámbito de las relaciones sociales. Estas dificultades dependerán de sus historias de aprendizaje, vivencias, experiencias positivas y negativas en el contacto con los demás, oportunidades o barreras de carácter social, etc.
En general, podemos observar limitaciones en el repertorio de habilidades sociales debidas a las siguientes situaciones:

1. Falta de oportunidades sociales y modelos de referencia que ayuden a aprender diferentes habilidades
2. Dificultad para determinar qué habilidad social es más adecuada, oportuna y eficaz en cada caso o situación
3. Sentimientos de incompetencia social, ansiedad ante situaciones sociales, impulsividad, expectativas de fracaso, etc.
4. Contextos sociales poco apropiados, objetivamente negativos para la persona, donde se den conductas de rechazo manifiesto, minusvaloración, recriminación sistemática de sus dificultades, etc.

5. ¿Todas las dificultades en las habilidades sociales son iguales?, ¿qué tipos de dificultades de relación social puede tener una persona?

En ocasiones, la persona manifiesta dificultades en su competencia social simplemente porque no ha tenido ocasión u oportunidad de aprender estas conductas. A veces, en contextos poco enriquecidos o con limitados modelos de referencia, la persona sencillamente no ha tenido ocasión de experimentar determinadas situaciones y por tanto y no sabe cómo comportarse ante las mismas cuando éstas se dan por primera vez. Imaginemos el hipotético caso de que un joven con síndrome de Down nunca haya ido con sus amigos a un restaurante, o nunca haya tenido ocasión de hablar más íntimamente con una persona hacia la cual siente una atracción especial, o nunca se haya visto en la necesidad de rechazar una invitación inadecuada. Es muy probable que, ante estas situaciones totalmente desconocidas, nuestro joven o adulto con síndrome de Down no tenga dentro de su repertorio de habilidades sociales las conductas apropiadas para manejar estas situaciones adecuadamente. Por tanto, cuantos más escenarios diversos, experiencias y oportunidades de relación proporcionemos a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos con síndrome de Down, en mayor medida estaremos facilitando que entrenen, adquieran y consoliden habilidades sociales cada vez más complejas y adecuadas a esta diversidad de situaciones. Se trata de un proceso de generalización de habilidades y transferencia a diferentes situaciones.

En otras ocasiones, es posible que se hayan aprendido un amplio rango de habilidades sociales, pero resulte complejo determinar cuándo poner en práctica unas u otras en función de las exigencias del contexto social. Se trata, en este caso, de un proceso de diferenciación o discriminación de la conducta apropiada. Imaginemos un adulto que ha aprendido adecuadamente diversas fórmulas de saludo (dar la mano, un abrazo, un caluroso beso, etc.) pero que tiene dificultad para llevar a cabo la fórmula más apropiada según la situación. Por ejemplo, al comenzar un nuevo trabajo, deberemos decidir qué saludo es más oportuno según las características de nuestro interlocutor. Así evitaremos situaciones comprometidas tales como abrazar calurosamente al Director General cuando lo más apropiado, con toda probabilidad, hubiera sido dar la mano afectuosamente y con decisión.
En este sentido, éstas podrían ser algunas de las dificultades con las que se puede encontrar la persona con síndrome de Down:

* Dificultad para percibir y discriminar los estímulos relevantes del contexto.
* Dificultad para generar alternativas de respuesta y valorarlas en función de sus posibles consecuencias.
* Dificultad para tomar decisiones y planificar el curso de acción ante una situación social.
* Dificultad para evaluar la propia conducta y su adecuación a las exigencias del contexto.
* Dificultad para aprender de los errores y adecuar la acción.

6. Sentir ansiedad ante situaciones de relación social ¿es un problema?

La ansiedad, además de una sensación muy molesta y perturbadora para la persona, es un factor que actúa como cortocircuito para desempeñar determinadas conductas, realizar determinadas acciones o simplemente comportarse de acuerdo con unas exigencias sociales. Pensemos en un gran experto que maneja ampliamente un área de conocimiento determinado pero que, ante una audiencia, se muestra muy ansioso y, por tanto, es incapaz de transmitir sus conocimientos y mostrarse competente de acuerdo con los requerimientos de dicha situación social.

La ansiedad, asimismo, dificulta nuestro flujo de pensamiento (sentimos que no podemos pensar con claridad, nos quedamos en blanco, etc.), provoca en nosotros reacciones fisiológicas desagradables (respiramos con dificultad, aumenta nuestra sudoración, notamos sequedad en la boca, etc.), nos lleva a analizar las situaciones de manera distorsionada (todo el mundo me mira, se están riendo de mí, etc.) y nos conduce a anticipar futuros fracasos (nunca conseguiré hacer amigos, nunca me aceptará esa chica que tanto me gusta, no gustaré en la entrevista de trabajo, etc.).


EN CONCLUSIÓN:

La asertividad puede resolver muchos inconvenientes en las relaciones interpersonales.

Es aquel estilo de comunicación abierto a las opiniones ajenas, dándoles la misma importancia que a las propias. Parte del respeto hacia los demás y hacia uno mismo, planteando con seguridad y confianza lo que se quiere, aceptando que la postura de los demás no tiene por qué coincidir con la propia y evitando los conflictos de forma directa, abierta y honesta.

De acuerdo con la definición anterior, esto es:
Asertividad.

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